lunes, 6 de diciembre de 2010

ALIMENTOS Y ALGUNOS PROCESOS GLOBALES

Los alimentos y su manera de consumo son en gran medida “hechos culturales”. Las sociedades le asignan a los alimentos diferentes significados dependiendo de los distintos momentos históricos. Los estilos alimentarios cambian con el tiempo y las culturas. Las formas de producción y de consumo de los alimentos reflejan como las sociedades viven y conciben el mundo.

En la sociedad global del siglo XXI, y a pesar de las diversidades nacionales y regionales, es posible vincular algunos grandes y relevantes procesos actuales con los alimentos. Acá van algunos ejemplos.

a) “Medicalización” de la vida. Las personas se preocupan e invierten cada vez más en salud. Entre los ítems de gastos de la población, el destinado a la salud es uno de los que más rápido crece. Como hemos sostenido en otras ocasiones, las personas buscan en los alimentos no solo satisfacer sus necesidades nutricionales, si no que también vitalidad y salud. El boom de los alimentos funcionales es posible explicarlo por esta gran tendencia de medicalización de la vida.

b) Hiperconsumismo. La actual es una sociedad del hiperconsumo, en la que no solamente se consume más sino que más variado y productos de calidad. En esta sociedad, según Lipovesky, el hiperconsumidor más que coleccionista de cosas es un coleccionista de experiencias. En el ámbito alimentario, las personas también exploran el consumo experiencial, a través del acceso a comidas exóticas y a nuevos estilos culinarios.

c) Nuevas relaciones con la ciencia y tecnología. La sociedad ya no tiene la misma fe ciega en la ciencia y tecnología como hace dos o tres décadas. Las crisis de inocuidad de los alimentos en Europa en los años 90 del siglo pasado y otras posteriores en distintas partes del mundo han llevado a que la gente sea más cautelosa con los alimentos que consume. Los consumidores y sus organizaciones cada vez están más interesados en la forma cómo se producen los alimentos y las tecnologías utilizadas en ello.

d) Cambio climático. Las evidencias de los impactos del cambio climático son día a día mayores. Si bien todavía la respuesta mundial a este gran desafío de la humanidad es aún insatisfactoria, desde los mercados más desarrollados están exigiéndose medidas que disminuyan las emisiones de los gases efecto invernadero. La huella de carbono está siendo una exigencia para los alimentos y lo será más en el futuro. Lo mismo sucederá en un tiempo más con la eficiencia en el uso del agua, a través de la exigencia de la huella hídrica.

e) Aumento de la autonomía personal. En la etapa actual de la modernidad, que algunos autores llaman modernidad tardía, la autonomía de las personas se ve incrementada. La gente construye su vida con menor referencia a los grupos de identidad tradicionales. Para muchos los alimentos constituyen también una fuente de identidad personal y motivo de ejercicio de la libertad individual. La enorme variedad de alimentos y de gastronomías a las que la población está teniendo acceso contribuyen a esta tendencia.

f) Economía del conocimiento. La economía del conocimiento es cada vez más una economía “ingrávida”, de intangibles, de software, de contenidos simbólicos, de aplicaciones masivas de las TICs y de la moderna biotecnología. Los alimentos tienen crecientemente más contenidos simbólicos. Ejemplo de lo que decimos es lo que pasa con los vinos, los quesos, el aceite de oliva y el café. La “narrativa”, el “cuento” y las marcas “la llevan” y muy probablemente seguirá siendo así en las décadas que vienen.

Los alimentos suelen expresar bastante bien como las sociedades viven, y ello se ve reflejado en muchos procesos y tendencias que hacen parte de las dinámicas más sustantivas de ellas. Así lo demuestran las relaciones de los alimentos con algunos de los ámbitos acá analizados, y constituyen aspectos claves de la nueva revolución alimentaria.